Mientras caminaba a lo que seria mi ultimo día como la Sra. Phills, rebobinaba una y otra vez el porqué había llegado a esta situación y cómo había permitido que la situación se escapara de mis manos, si entre mi grupo de amistades, siempre había sido la más intuitiva.
Me encontraba frente al enorme edificio de vidrios azules donde trabajaba mi esposo. -Michael estará furioso- pensé mientras hacía rodar mi anillo de bodas en mi dedo anular.
Fui recibida por Anna la recepcionista de la compañía con una dulce sonrisa como era de costumbre. Anna era egresada de la universidad de New York y hasta donde sabía vivía felizmente con su madre y su hermana, desearía ser ella en estos momentos.
- ¡Sra. Phills! que gusto tenerla por aquí de nuevo ¿viene a ver al Sr. Michael? - sus ojos se iluminaron al pronunciar el nombre de mi esposo. Era más que obvia la admiración y respeto que ella sentía hacia él luego de que pagara por su último año de estudio.
- Buenos días Anna, si vine a ver a Michael ¿esta disponible? -trate que cada palabra sonara lo más normal posible, pero el nudo en mi garganta lo hacía casi imposible
- El Sr. Michael se encuentra en una reunión por los momentos, pero puede subir hasta su oficina y esperarlo allí. - sin pensarlo dos veces asentía con la cabeza y me despedí de la chica con una simple sonrisa.
Una vez en el tan familiar séptimo piso, pude localizar la oficina de mi esposo. La última al final a mano izquierda con grandes puertas de vidrio. Me detuve a examinar el lugar una vez más, lucía exactamente igual a como lo había dejado la última vez que estuve aquí sobre su escritorio aún reposaba el viejo porta retrato con la foto de nuestra graduación y junto a este, la pequeña réplica de la Torre Eiffel que había comprado en nuestra luna de miel. una lagrima salio sin aviso con el simple recuerdo de esta. aun eramos felices y definitivamente muy jóvenes.
Cada recuerdo llegaba como una daga a mi mente, y el dolor se empezaba a volver insoportable. sin mirar atrás dejé el sobre marrón que llevaba escondido en mi bolso sobre su escritorio y salí de allí antes de arrepentirme. Lagrimas caían sobre mi rostro con más fuerza a medida que me alejaba de él pero en el fondo sabía que era lo correcto.
Querido Michael:
Si estas leyendo esto es porque ya me habré ido, espero que entiendas mi decisión y que por favor no insistas en localizarme. Ya se todo sobre Adrianne y por mucho que me haya demorado en descubrirlo, no puedo dejar de pensar en todas las veces que ambos me vieron la cara de idiota y actuaban como si nada hubiera ocurrido.
Aunque lo de ustedes paso el año de nuestra graduación -6 años atrás- no puedo dejar atrás el hecho que tengas una hija con la persona que se hace llamar mi mejor amiga, y mucho menos que sea concebida el mismo día que me pediste matrimonio.
Desearía que nada de esto estuviese pasando y que ambos tuvieran el valor de habérmelo dicho en aquella oportunidad, así nos ahorraríamos todo esto y toda la vida de mentiras que viví a tu lado, tal vez, solo tal vez te había perdonado.
Siempre seras mi primer y único amor, mi primer te amo y mi primera desilusión, mi primera esperanza hacia una camino lleno de promesa y la primera persona por la que decidí meterme en una pelea, pero sobre todo seras mi primer desamor y la primera persona en mentirme por un largo tiempo. te amo y creo que lo seguiré haciendo, pero nada cambiará lo que has hecho.
Aun deseo volver al día en el que me dijiste que te hacía querer ser mejor persona y que nunca dejabas de sorprenderte por todos los sentimientos que sentías a mi lado y que nunca habías experimentado.
Con amor, Claudia.
PD: los papeles del divorcio deberían llegar a tu oficina dentro de unas semanas y espero que nunca olvides que siempre estaré a una foto de distancia, pues allí fue donde todo comenzó.
Continuará...
Autor: GG.
Me encontraba frente al enorme edificio de vidrios azules donde trabajaba mi esposo. -Michael estará furioso- pensé mientras hacía rodar mi anillo de bodas en mi dedo anular.
Fui recibida por Anna la recepcionista de la compañía con una dulce sonrisa como era de costumbre. Anna era egresada de la universidad de New York y hasta donde sabía vivía felizmente con su madre y su hermana, desearía ser ella en estos momentos.
- ¡Sra. Phills! que gusto tenerla por aquí de nuevo ¿viene a ver al Sr. Michael? - sus ojos se iluminaron al pronunciar el nombre de mi esposo. Era más que obvia la admiración y respeto que ella sentía hacia él luego de que pagara por su último año de estudio.
- Buenos días Anna, si vine a ver a Michael ¿esta disponible? -trate que cada palabra sonara lo más normal posible, pero el nudo en mi garganta lo hacía casi imposible
- El Sr. Michael se encuentra en una reunión por los momentos, pero puede subir hasta su oficina y esperarlo allí. - sin pensarlo dos veces asentía con la cabeza y me despedí de la chica con una simple sonrisa.
Una vez en el tan familiar séptimo piso, pude localizar la oficina de mi esposo. La última al final a mano izquierda con grandes puertas de vidrio. Me detuve a examinar el lugar una vez más, lucía exactamente igual a como lo había dejado la última vez que estuve aquí sobre su escritorio aún reposaba el viejo porta retrato con la foto de nuestra graduación y junto a este, la pequeña réplica de la Torre Eiffel que había comprado en nuestra luna de miel. una lagrima salio sin aviso con el simple recuerdo de esta. aun eramos felices y definitivamente muy jóvenes.
Cada recuerdo llegaba como una daga a mi mente, y el dolor se empezaba a volver insoportable. sin mirar atrás dejé el sobre marrón que llevaba escondido en mi bolso sobre su escritorio y salí de allí antes de arrepentirme. Lagrimas caían sobre mi rostro con más fuerza a medida que me alejaba de él pero en el fondo sabía que era lo correcto.
Querido Michael:
Si estas leyendo esto es porque ya me habré ido, espero que entiendas mi decisión y que por favor no insistas en localizarme. Ya se todo sobre Adrianne y por mucho que me haya demorado en descubrirlo, no puedo dejar de pensar en todas las veces que ambos me vieron la cara de idiota y actuaban como si nada hubiera ocurrido.
Aunque lo de ustedes paso el año de nuestra graduación -6 años atrás- no puedo dejar atrás el hecho que tengas una hija con la persona que se hace llamar mi mejor amiga, y mucho menos que sea concebida el mismo día que me pediste matrimonio.
Desearía que nada de esto estuviese pasando y que ambos tuvieran el valor de habérmelo dicho en aquella oportunidad, así nos ahorraríamos todo esto y toda la vida de mentiras que viví a tu lado, tal vez, solo tal vez te había perdonado.
Siempre seras mi primer y único amor, mi primer te amo y mi primera desilusión, mi primera esperanza hacia una camino lleno de promesa y la primera persona por la que decidí meterme en una pelea, pero sobre todo seras mi primer desamor y la primera persona en mentirme por un largo tiempo. te amo y creo que lo seguiré haciendo, pero nada cambiará lo que has hecho.
Aun deseo volver al día en el que me dijiste que te hacía querer ser mejor persona y que nunca dejabas de sorprenderte por todos los sentimientos que sentías a mi lado y que nunca habías experimentado.
Con amor, Claudia.
PD: los papeles del divorcio deberían llegar a tu oficina dentro de unas semanas y espero que nunca olvides que siempre estaré a una foto de distancia, pues allí fue donde todo comenzó.
Continuará...
Autor: GG.
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