Lastimosamente
este año estará cargado de gran conflictividad social, política y económica.
Unos reclamando sus derechos y otros tratando de sabotearles sus peticiones.
Las instituciones educativas, como reflejo de la sociedad donde coexisten,
muestran dichas realidades. Es así como la estabilidad de los estudiantes,
profesores y empleados universitarios pende de un hilo.
Como
educando de una casa de estudios superiores y con enormes ansias de recibir mi
título profesional, no puedo avalar completamente la paralización de
actividades universitarias como medida de protesta por reivindicaciones
salariales; sin embargo la causa de todas esas personas es justa.
No
resulta un secreto para nadie la inestabilidad económica a la cual hemos estado
sometidos por tantos años, producto de disputas entre los principales
productores y comercializadores de distintos enseres en el país, generando en
gran medida la elevación de sus precios. Aunado a ello, las recientes medidas
de devaluación que aminoran aún más la capacidad adquisitiva del venezolano.
En
vista del panorama se convierte en vital y determinante reclamar al patrono, el
Estado, un aumento salarial justo, digno y consecuente con la experiencia,
preparación profesional, contexto social actual y lo establecido en reglamentos
o normas como la contratación colectiva.
Ahora,
notando estos elementos ¿podría el nuevo ministro comprender el reclamo y dar
una respuesta idónea y satisfactoria? Si este representante del gobierno se
comportara como una persona consciente de la situación, buscara solucionar el
conflicto. Pero al parecer el profesor Calzadilla no lo es y lo demuestra al no
querer reunirse con algunos representantes sindicales que no son de su simpatía
ni de su afiliación política.
Me
molesta sobremanera notar como en nuestro país todo se politiza. Es claro que
estas protestas tienen una justificación clara y respetable, pero no podemos
desconocer ciertos intereses entrevistos, y de no ser así por qué la protesta
no se inició un par de días luego del anuncio de devaluación.
Por
otra parte, no comprendo cómo los grupos estudiantiles pro gobierno le achacan
la responsabilidad a los rectorados, desarrollan actividades de violencia
contra los profesores y empleados universitarios, a sabiendas de la
culpabilidad del Estado al no querer dar respuesta a los sindicatos “que no
gozan de su simpatía”. No basta solo con criticar, debemos ponernos en los
zapatos de cada uno de los trabajadores y darnos cuenta de la autenticidad de
su reclamo, y que la PLATA NO LE ALCANZA A NADIE.
Espero
el gobierno reflexione y dé una respuesta en los próximos días. Las
universidades más importantes del país, y en especial sus estudiantes, claman
por la solución inmediata del conflicto.
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