Nunca
se me olvidará una frase de Carlos Croes a Henrique Capriles en septiembre de
2012, al señalarle que “cien días
demuestran lo que será tu gobierno” y pues bien, el actual presidente ha
cumplido más de 3 meses ejerciendo funciones de Estado y cabe preguntarse ¿son
estos cien días un buen presagio?
Si
bien a algunos les parece muy corto tiempo para hacer una evaluación del
desempeño de alguien, ya ha sido convencionalizado como período suficiente. Este
tiempo nos ha hecho ver a un gobierno que da bastantes movidas con la finalidad
de lograr la tan ansiada estabilidad y superar el éxito de la oposición, aún
saliendo derrotada, en la última elección.
Son
varios los aspectos que nos hacen fustigar la calidad del gobierno madurista, y
es porque la actual crisis económica y social ha llegado a un punto
insostenible que ha hecho necesario el diálogo con varios sectores del país, especialmente
del área productiva y las causas se han generado a raíz de la poca visión del
mismo y su antecesor para desarrollar un modelo productivo en el cual todos los
actores se vean beneficiados y el máximo ganador resulte ser el ciudadano,
consumidor y usuario.
Cómo
es posible que quieran matarnos con la frase “Tenemos Patria” a sabiendas de que en los supermercados o cadenas
intermediarias de alimentos, artículos de higiene personal y otros, nos podemos
adquirir los productos que necesitamos y cuyas marcas preferimos por haberse
extinguido, literalmente, de los anaqueles. En Venezuela no conseguimos hablar
de calidad de vida, y repito lo señalado en publicaciones anteriores, con todas
estas medidas no salimos ganando sencillamente hacen una sinceración.
Cuántas
veces un empresario o persona natural no debe acudir al mercado negro para
comprar dólares, la carne acaso no la adquirimos por más de 100, 00 Bs. y de
igual forma otros rubros. Al gobierno no se le debe felicitar por sentarse en
una mesa, esa es su tarea y es hora de comprenderlo. Aún cuando el bolsillo se
nos vea afectado la realidad no podemos taparla o esconderla.
El
Estado venezolano es el gran responsable de tanta inmundicia y es hora de corregirla.
El gobierno de Maduro ha estado siendo más censurador que el del mismo Chávez. Quieren
disfrazar el silencio con mesura y ya hoy las voces disidentes tienen pocos
espacios. Los contenidos audiovisuales resultan más mediocres y en las
emisoras de radio hay pocas excepciones. La prensa y redes sociales, esta
última con toda la manipulación cibernética, han salido airosas.
Maduro
se ha empeñado en hacerse ver como otro falso redentor y la verdad es que en
Venezuela somos cada día más pobres, y hasta el mejor profesional ve amilanado
sus ingresos por diversos fenómenos (inflación, desabastecimiento, estafa). Sigue
el fracaso en materia de seguridad, y se acude a la figura de grupos de exterminio
para tratar de aminorarlo.
Gozar
de servicios básicos óptimos es un deseo digno de ser retratado en una carta
para el niño Jesús, especialmente el de la electricidad. Quieren pregonar
inclusión y yo no sé cuantas otras cosas sobre el poder popular con esos
gobiernos de calle y pareciera más bien el remake del Aló Presidente, sabiendo
todos que hoy más allá de parecer cercano al pueblo se requieren políticas
lógicas, planificadas y serias que puedan ser perdurables en el tiempo y
ataquen los conflictos de raíz.
Los
cien días de Maduro y sus probables seis años, transcurrirán entre dimes y
diretes, falsas hipótesis de golpes de Estado, o desestabilizaciones del mismo
Psuv; y al final el ciudadano seguirá igual: con el mismo hueco en el bolsillo
y en esa cabeza que le da para muy poco.
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