Enzo Scarano
burgomaestre del municipio San Diego en Carabobo, sentenciado a 10 meses y 10
días en prisión, por orden de la Sala Constitucional del TSJ. Encierran en la
cárcel al jerarca de la capital
tachirense y el segundo presidente del país Diosdado Cabello, entrega pruebas al Ministerio Público solicitando
una investigación conductora de un antejuicio de mérito a María Corina Machado y esta sea despojada de su inmunidad. Los de un sector gritan “por fin se hizo
justicia”, los del otro “criminalización de la protesta y descabezamiento de la
oposición”. Pero realmente, ¿quién tiene la razón?, ¿merecen o no ser
enjuiciados estos dirigentes?
Sin
dudas no solo ellos merecen ser investigados, sino muchos otros tanto de la
oposición como del gobierno, no obstante en las circunstancias actuales resulta
inconveniente llevar adelante estos procesamientos judiciales, en virtud de las
exacerbaciones en los ánimos de quienes manifiestan y se oponen al gobierno,
por ser el detenimiento a la represión y los impedimentos al libre ejercicio de
los derechos políticos en Venezuela, algunos de sus principales reclamos.
Más
allá de querer o no imponer justicia, hacer pagar a los responsables materiales
e intelectuales de muertes y anarquía desatada; el Estado venezolano solo quiere una sola cosa: confrontación entre dos
sectores opuestos. Históricamente Chávez y Maduro, son los dos gobernantes
venezolanos (durante la etapa democrática) interesados en un terrible choque de
fuerzas. Y no hacerlo con otro país, sino dentro del mismo que gobiernan para poder
legitimarse.
La historia no está de
adorno. Revisando los antecedentes del 2002 me doy cuenta que el propio Poder Ejecutivo estimula y
promueve actos vandálicos, de confrontación, de rompimiento del orden
establecido. Lamentablemente sus seguidores no lo reconocen, intentan
ignorar y a su vez justificar una actuación reprochable, carente de sentido,
vacía, miserable y hasta apátrida al intentar recrear un escenario bélico entre
civiles de un país con diferencias, pero a su vez sigue siendo uno solo.
No
dudo que Scarano, Ceballos y Machado persigan la dimisión o derrocamiento de
Maduro; sin embargo las condiciones no están dadas para aprehenderlos,
destituirlos y descabezar a sus militantes. Maduro dilata la negociación
política y resquebraja ese hipócrita invento de diálogo y pacificación
nacional, inexistente en la acción.
A
las pruebas hay que remitirnos: en sus más recientes declaraciones el
presidente señala que la oposición no crea que él los esperará para siempre,
apreciando la solicitud de Henry Falcón de llamar al diálogo; pero reiterando “que
por las buenas los revolucionarios somos buenesitos”.
Desgraciadamente
las protestas no cesarán, por el contrario, inevitablemente deberán
radicalizarse porque el propio jefe de Estado induce a la agitación y violación
de las normas. Para desgracia de todos, quienes nos dirigen no aman al país,
porque si así fuera procuraran construir un sendero de concordia y concilio,
haciendo de la negociación el mejor medio.
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