lunes, 27 de octubre de 2014

¿Cómo corromper una sociedad y no fallar en el intento?


Asesinan de múltiples puñaladas a un diputado y hasta el momento no existe una investigación seria al respecto; por el contrario, quienes la “conducen” se dedican a exponer matrices parecidas a chismes o rumores. Un ministro es destituido porque grupos paramilitares no le perdonan el haber dado de baja a 5 delincuentes urbanos, los precios del petróleo descienden y nadie brinda un análisis serio, ecuánime y sincero a la ciudadanía; el presidente del Poder Legislativo se enfrenta a un vidente porque seguramente se cansó de pelear con sus contrincantes criollos. 

Los burgomaestres no recogen la basura, al Gobierno Nacional le preocupa el ébola cuando no han podido siquiera controlar la epidemia del Chikungunya. Gestores a la orden del idea. Escasez de alimentos persiste, los detergentes andan desaparecidos y hasta los sacerdotes se dan paseos constantes para encontrar las hostias, padres de familia alabando “la economía informal”. Aún así hay quienes insisten en su apoyo al gobierno mientras se agudizan los problemas. ¿Corrompieron o no a la sociedad venezolana?


Causa tristeza notar el transcurrir de los días y la ciudadanía sigue en el limbo. Cayó el sector comercio, la industria automotriz, de autopartes y se avizoran más. Los venezolanos no contamos con representantes serios, decentes, transparentes, que motiven, demuestren la existencia de futuro en el país y solo juntos podríamos salir del profundo hoyo negro donde estamos.

Nuestro autoestima toca fondo. Si la midiéramos en términos numéricos absolutos solo quedarían unas cuantas décimas. Hay tanto dolor, porque la calidad de vida ha menguado en tan solo un par de años. Hoy se cumplen cada una de las premoniciones de los economistas y el gobierno prefiere seguir colocando colchones y más colchones antes de combatir los problemas.


En el país hay inseguridad por el férreo apoyo del Estado a los grupos denominados “colectivos” cuando en realidad son paramilitares, y si no lo creen pues consulten sus definiciones. Asociaciones dedicadas a ser fuerzas armadas al margen de las contemplaciones legales no pueden recibir otra nomenclatura.


La cultura aspiracional de los venezolanos se confunde de manera eufemística con los regalos otorgados por el Gobierno a lo largo de 16 años. Por ello encontramos resistencia cuando se propone liberar los precios, eliminar los subsidios a los alimentos, al transporte público, la gasolina y los controles cambiarios. Recortar el campo de acción de PDVSA suena a veces como un terrible pecado.


En fin, tenemos que prepararnos para momentos cada vez más oscuros, inefables y detestables. La fe en Dios, las convicciones, el amor por la nación y la consolidación de la familia rica en valores serán algunas de las cualidades y caminos a transitar para erradicar del país estas tormentas.




Gabriel Rodríguez

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