Tras
pasar un tiempo lejos Step regresa a Roma y nota que las cosas han cambiado así
que decide reconstruir su vida a pesar que el recuerdo de su amigo muerto y de Babi
lo ha acompañado todo ese tiempo; logra nuevos amigos, conseguir un empleo,
empezar una nueva etapa y conoce a Gin, una chica alegre y preciosa, pero es
muy difícil olvidar a Babi, por lo que el libro es un mundo de sentimientos por
parte de su protagonista.
Tengo
ganas de ti deja mucho que desear a los fans de Tres metros sobre el cielo. ¿O
no es así? Muchos piensan que es decepcionante que Babi y Step no logren tener su
final feliz y la gran fantasía y pasión del primer libro sea desboronada por
completo. Las personas de alguna manera esperaban que la magia e inocencia del
primer libro se mantuviera. Sin embargo, para otros es un perfecto capítulo
nuevo: algo real que sucede en la vida cotidiana, es cuando algo no funciona
solo debes seguir adelante y es lo que intenta hacer Step con Gin y no solo eso
sino como debe lidiar con la muerte de dos personas muy cercanas a él y deja atrás
los juegos de niños para hacerse responsable de su vida.
Verdaderamente
es una relación muy diferente en el cual el romance pasa a segunda plano y el
sexo es el especial de la casa. Se nota, asímismo, la madurez y cambio de los
personajes al haber avanzado en el tiempo y se conoce más a fondo sus características.
Yo
lo recomiendo a cualquier persona que quiera leer un libro con encanto pero
real donde se presenta una oportunidad de rehacer la vida y tomar la decisión de
tomarla o vivir en el pasado, por lo que muchas personas han pasado, Federico
Moccia nos presenta en esta segunda parte de Tres metros sobre el cielo deliciosa
novela que nos habla de los deseos, de amor y de sueños.
Millones
de jóvenes imitan una escena de la novela y cuelgan en el Puente Milvio –y en
los diferentes puentes del mundo- candados con sus nombres, candados del amor
al igual que los protagonistas hacen para sellar su amor. Siendo así, un gran
ejemplo de cómo la ficción sobrepasa sus barreras hasta la realidad.
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