lunes, 11 de marzo de 2013

Una mente más que brillante


Muchas de las películas que he visto han sido por recomendaciones de amigos, familiares, conocidos y pare usted de contar; lo importante de todo es que la mayoría ha acertado en cuanto a mis gustos -relativamente bizarros-, dejando un aporte sustancial y poderoso del cine en todos sus extremos. 

Particularmente, soy muy seguidor de los thrillers psicológicos, donde la intención del director es jugar con la mente del espectador para hacerlo dudar y repensar, durante casi todo el filme, si realmente eso está ocurriendo de esa manera o el protagonista es el que no muestra una visión real de los acontecimientos… y así sucesivamente. Esas películas consiguen captar la atención de cualquiera desde el primer minuto (en su mayoría) hasta el último, dejando finales abiertos o cerrados, para que sea el propio espectador el que le dé una interpretación personal a aquello que vio y decida dar su propia versión del mensaje.

Hoy quiero hablar de 'A Beautiful Mind' (Oscar a Mejor Pelicula en 2001), un filme poderoso en todo sentido, basado en hechos reales y que cuenta la vida de John Forbes Nash, ganador del Premio Nobel de Economía en el año 1994.

'A Beautiful Mind' (Una mente brillante) es sencillamente magistral. Informa al espectador de acontecimientos que han sido, hasta el sol de hoy, de suma importancia para el mundo. La trama no se limita a la enfermedad, sino que mete al espectador en la espiral de espionajes y dudas, consiguiendo que se implique más en la historia y dándole muy buen ritmo a la película. Toca emociones y sentimientos combinados con el suspenso y la psicología.

Aborda el tema de la relación entre el éxito y el fracaso, analiza la delgada línea que puede haber entre la genialidad y la enfermedad, y apuesta por la simetría que debe darse entre la razón y el corazón. Nash se nos muestra en sus inicios como un ser arrogante y apático, de otro planeta, de difíciles relaciones; su problema es que se siente diferente, inestable y necesitado de alguien que le brinde confianza; esta persona será Alicia (Jennifer Connelly) quien le enseñará a descubrir que lo verdaderamente real es lo que está en el corazón y no lo que tiene en la cabeza. Por eso, la película supone un vasallaje al compromiso del matrimonio en situaciones difíciles, de límite, que enseña a vivir con esta lógica del amor capaz de alejar los fantasmas de la mente.

La interpretación de Russell Crowe es tan memorable como épica, pues se adueña del papel. A través de los zopencos movimientos de su cuerpo, de su mirada desorientada y de su ceño fruncido nos muestra su mundo interior, sus dramas y pesadillas. La cámara está a su servicio, pues mira su mundo y lo que él ve; todo sirve para introducirnos en su interior y ayudarnos a comprender mejor su visión del mundo.

Emotiva, personal y entrañable, es un triunfo en todos sentidos que además de indagar en los misterios de la mente del ser humano, ensalza temas esenciales como la amistad y el amor, convirtiéndose así en un drama psicológico memorable, donde queda decir que solo el amor vence y constituye el necesario compañero de la razón para la vida.

Disfrútenla tanto como lo hice yo y descubran que más que una película sobre la vida un hombre con problemas, en el fondo es una gran historia de amor que toca las fibras más sensibles de la naturaleza humana.




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