Ante
los resultados de la última elección Venezuela, una vez más, se encuentra ante
una gran encrucijada. Sin duda alguna, y basados en el resultado oficial del
CNE, existen dos enormes grupos políticos en nuestro país. La gran
coincidencia: el lugar donde deben converger es la Asamblea Nacional.
El
parlamento criollo es el espacio en el cual diversas personalidades escogidas
por el pueblo debaten en cada sesión los hechos acontecidos en la nación, la
composición de las leyes y la interpelación a funcionarios públicos con cargos
de envergadura. Sin embargo, en medio de estas sofocantes e intensas
discusiones las palabras son dejadas a un lado para enfrentarse físicamente con
el disidente.
No
puede ocultarse la fuerte polarización existente en Venezuela a partir de la
llegada del extinto presidente al poder, quien prometió acabar con cada uno de
los representantes de la mal llamada “4ta república” y de la clase social alta
en Venezuela. Con este tipo de consideraciones, la radicalización de una nueva
ideología se apoderó del raciocinio no solo de sus dirigentes sino también de
sus simpatizantes.
Los miembros de la Asamblea
Nacional que resultaron electos para el período 2000-2005,
protagonizaron en diversas oportunidades hechos de violencia. El actual
presidente fue uno de ellos, junto a uno de sus colegas del MAS; de igual
forma, los arañazos recibidos por el copeyano y ex gobernador del Táchira César
Pérez Vivas, por parte de Iris Varela quedó para la historia como uno de los
enfrentamientos más recordados en la historia del nuevo Poder Legislativo. La prueba:
En 2010 se repiten, al regresar
la oposición verdadera al gobierno y a partir de allí
Alfonso Marquina, Julio Borges y más recientemente William Dávila han sido
blanco de ataques físicos. Aunado a ello, el padre de la corrupción roja niega
el legítimo derecho de palabra a los diputados adversarios.
¿cómo
es que ocurre esto? ¿es mr. corrupción el dueño del micrófono?, por supuesto
que no. La oposición debe buscar por todas las vías posibles se escuche su voz,
haciendo valer a todos los ciudadanos que sufragaron por ellos, y combatiendo
ideológicamente a sus contrincantes. Usen megáfonos, carteles, griten, invadan
el presídium. Pero en este país no podemos seguir permitiendo el
desconocimiento de un alto porcentaje de la población que desea escuchar y ver
a la otra cara de la moneda. Por otra parte, resulta vital se dé una explicación
de por qué, casi nunca están todos los curules de la oposición ocupados por sus
respectivos diputados.
Es
claro que si bien hay un enorme descontento, este país sabe castigar a sus
dirigentes políticos y si se sienten defraudados aún mayor será la venganza.
Lamentamos profundamente estos hechos de violencia pero los mismos son parte
del acontecer político y un reflejo de lo ocurrido en Venezuela.
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