Este es una relato que toca con profundidad la pérdida de un ser querido, las desigualdades en un mundo tan socialmente desproporcionado como este, la problemática de una enfermedad -en un lugar sin medicinas- y la búsqueda de la libertad. Ganadora de varios premios internacionales, la película cuenta con Benh Zeitlin, un debutante director de cine estadounidense que logró muchos reconocimientos y premios gracias a su opera prima ‘Beasts of the Southern Wild’ (Bestias del sur salvajes). Zeitlin se arriesgó por cambiar el lente y ver al mundo cinematográfico desde una perspectiva más naturalista, sin confundir esta concepción con el primitivismo y alabando a la naturaleza como la tradición Wicca.
La trama es, por decirlo así, complicada de definir; la historia guarda varias sorpresas que resultan muy buenas ir descubriéndolas poco a poco, al ritmo de un soundtrack original muy interesante, que afortunadamente esquiva el drama fácil y apunta a la aventura. Eso sí, vale decir que el filme, en muchos de sus tramos, resulta aburrido, pero el director sabe cómo y en qué momento debe convocar ciertas magias ancestrales o pinceladas de realismo mágico para dar los giros que necesita.
La fotografía fusiona los planos generales de las locaciones con los subjetivos que persiguen a la estrella de esta película, permitiendo que la sensación de libertad se transmita visualmente; la ambientación y puesta en escena destacan por ser detallistas en el mismo desorden que posee y la banda sonora cae como anillo al dedo.
De manera que todos los elementos de la película están acompañados por una metáfora visual muy bien lograda, una ambientación que crea la atmósfera perfecta para que el relato se desarrolle y represente a la sociedad, desde el punto de vista más puro de la libertad y el crecimiento del ser.
En conclusión: la vida como tal es contada desde los ojos de la propia Hushpuppy. Es una hermosa y original historia, donde cada detalle poético y lírico van construyendo, a un ritmo particular, una innovadora trama con ambientes marginales, subrealistas y mágicos. No es una cinta fácil de digerir, pero esconde mucha belleza dentro de ella. La estrella, Quvenzhané Wallis, es una sorpresa total. Cada palabra, cada voz en off fueron el plus de esta película, pues deslumbra con su espontaneidad. Deslumbrante de inicio a fin.
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