La
semana pasada tuvimos la oportunidad de ver una rueda de prensa en la cual el
presidente de la Corporación Empresas Polar, indicaba que la responsabilidad
del desabastecimiento en algunos rubros como la harina de maíz precocida, no
era de su organización porque ellos están produciendo a su máxima capacidad y
que sería bien interesante saber qué ocurrió con las otras marcas que hoy no se
hallan en los anaqueles de los supermercados venezolanos.
Desde
el inicio de toda esta parafernalea contra los Mendoza yo siempre hice la pregunta: ¿creen ustedes que una corporación
puede abastecer a un mercado de casi 30 millones de personas?, muchos
ignorantes afirmaban positivamente. Por otra parte tenía la inquietud de qué
había pasado con Harina Juana, Demasa y Ricamasa que ni rezándole a Chávez uno
las encuentra, hasta que me enteré que una de esas empresas fue expropiada por
el Estado venezolano y hoy, como a todo lo que le ponen la mano, no produce
nada.
Es
interesante ese argumento del presidente de Polar, “Harina Pan sigue dirigiendo
sus esfuerzos a su 48% de participación de mercado, ¿dónde están las marcas que
abastecían al restante 52%?”, ni siquiera las producidas por el gobierno se
encuentran. Me da tanta risa cuando alguien piensa que lo que ocurre en Venezuela
con los productos de primera necesidad es un saboteo. ¡Por Dios! Debemos
reconocer que aquí hay serios problemas con la producción de varios artículos,
así como también una fuerte incertidumbre al invertir dinero debido a la poca
seriedad de nuestro gobierno que siempre le da por expropiar sin tener
necesidades claras para ello.
En
este país tienen que darse explicaciones claras a cada uno de los problemas que
vivimos a diario, el Estado tiene una capacidad enorme de producción para
muchos sectores económicos y sin embargo los mayores problemas ocurren en sus
organizaciones. Basta con saber que Lácteos Los Andes está en la quiebra, aún
cuando su participación de mercado y calidad no han disminuido.
Venezuela
requiere de unos ciudadanos serios, analíticos y conscientes; así como de un
gobierno transparente y responsable. No puedo decir que en algún momento los
empresarios no han saboteado al gobierno, por supuesto que sí. Pero hoy,
nuestras debilidades en materia de alimentos y productos de tocador, principalmente,
se deben a la casi nula producción, la falta de inversión por temor a perder su
capital y la carencia de dólares para importar.
Los
elementos mencionados anteriormente son causados por variables externas,
promovidos por el Estado venezolano, que aún no sabe cómo carambas explicarle a
los ciudadanos el daño que sus deficientes políticas económicas causan en su
bolsillo.
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