lunes, 15 de julio de 2013

Snowden: ¿es un perseguido, víctima, victimario, culpable o mártir?



Antes de entrar en el tópico quiero dejar claro el no propósito de encasillar a este nuevo personaje público en alguna categoría de las mencionadas al titular la publicación; ni mucho menos caer en diferenciaciones semánticas. Sencillamente voy a limitarme a realizar una pequeña síntesis de los acontecimientos generadores de su situación y porqué, de antemano, no veo ningún hecho detestable para irnos frontalmente contra la oferta de asilo.

Edward Joseph Snowden oriundo de Carolina del Norte, y momentáneamente asilado en Rusia, se desempeñó hasta hace poco como consultor tecnológico de la Agencia Central de Inteligencia de EEUU mejor conocida como la CIA (muy criticada por el gobierno). Las razones por las cuales ya no pertenece a dicha organización, es por haber denunciado la extrema vigilancia y seguimiento al cual se encuentran sometidos los ciudadanos no solo del país norteamericano, sino de otros lugares del mundo representantes de una amenaza para esa nación.


En consecuencia, se ha convertido en el hombre sobre el cual se reclama sea extraditado lo antes posible a su país de origen para someterse al castigo correspondiente por haber cometido el delito de asunto criminal, según se ha calificado por la justicia norteamericana.

Pues bien, como es lógico y al igual que el director del portal Wikileaks, Snowden ha solicitado asilo a la comunidad  internacional, entre esos a algunos países amigos y enemigos de EEUU, en aras de salvaguardar su vida y la de su novia, y convertirse en un “ejemplo de defensa de los derechos humanos”, tal como se entiende su proceder.

MI VISIÓN DEL HECHO. Aún cuando una nación sea extremadamente poderosa, quiera generar y brindar seguridad, estabilidad y calma, según lo argumentado en reiteradas ocasiones. Estén en verbo dispuestos a hacer respetar los acuerdos en materia de derechos humanos fuera de sus fronteras más no para sí, los hace dignos del desprecio y el aborrecimiento de cualquiera que se precie de valorar sus libertades fundamentales para el disfrute de la civilización.

Snowden, en mi criterio, hizo lo adecuado, cómo es posible que bajo la premisa de “mantener todo bajo control” se quiera considerar al Estado, de cualquier nación, como el dueño y señor de los pobladores y habitantes de un país. Porqué violar la libertad de las personas que pudieren no representar una amenaza para los gobiernos; y si así lo fuere, pues para ello debería recurrirse a instancias judiciales que decidan los procedimientos a seguir, en donde las partes estén conscientes de ello.

En el particular de USA, como una de las potencias más importantes del mundo, tiene relevancia el querer tener dominio y conocimiento de cualquier acción dentro y fuera de su territorio; sin embargo, y en la actualidad, mantener esa posición totalitaria y violatoria de las luchas humanas sostenidas a lo largo de la historia en pro de los derechos del hombre, mella muy negativamente en la imagen de los países y su forma de estructurarse y organizarse.

Que Snowden cometió un delito, no lo niego, así ha sido. Reveló información confidencial, referente al quehacer de las agencias de inteligencia del Estado. Pero como no rebelarse ante tal situación si lo vislumbrado afecta directamente al  ciudadano.

EL ROL DEL GOBIERNO DE VENEZUELA. En este caso no podemos hablar del procedimiento del venezolano ante esta situación, sino más bien sobre el gobierno. La oferta de Maduro es legítima, tirada de los cabellos y con doble intención, pero legítima; y específicamente me parece que, aún cuando podría romper el relativo equilibrio del vínculo con USA y en Venezuela no estamos para esos menesteres, ha sido un ofrecimiento garantizador de la vida de Edward Snowden, en vista de no conocer cuál sería el castigo aunque se presume la pena de muerte.

Que alguien hoy en Venezuela se levante y diga ¡ese no es nuestro problema!, ¡el gobierno quiere protagonismo y montar un show!, ¡A Maduro le interesa la información como a Ghadafi!... no podría negarles la razón porque sus argumentos son válidos. Si por el contrario hay quienes desearan verlo sometido a la justicia y a su suerte, sería preguntarnos ¿acaso Manuel Rosales y Eduardo Lapi merecen asilo en Perú, a sabiendas de las acusaciones por hechos de corrupción?, ¿Carlos Ortega y Pedro Carmona Estanga no merecen el castigo por haber quebrantado el orden constitucional del país?

Yo no soy inquisidor, ni quiero parecerlo. Solamente que las circunstancias actuales nos obligan a reflexionar sobre el mundo que tenemos, no parecido al deseado porque para ello hace falta cambiar al hombre; y nos resulta imprescindible actuar bajo los preceptos de la racionalidad y la humanidad. Desestimar el caso de Snowden sería legitimar la persecución del gobierno psuvista contra periodistas, empresarios y políticos éticos de nuestra Venezuela. Seamos ejemplo al mundo.


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