Antes de entrar en el tópico quiero dejar claro el no
propósito de encasillar a este nuevo personaje público en alguna categoría de
las mencionadas al titular la publicación; ni mucho menos caer en
diferenciaciones semánticas. Sencillamente voy a limitarme a realizar una
pequeña síntesis de los acontecimientos generadores de su situación y porqué,
de antemano, no veo ningún hecho detestable para irnos frontalmente contra la
oferta de asilo.
Edward Joseph Snowden oriundo de Carolina del Norte, y momentáneamente
asilado en Rusia, se desempeñó hasta hace poco como consultor tecnológico de la
Agencia Central de Inteligencia de EEUU mejor conocida como la CIA (muy
criticada por el gobierno). Las razones por las cuales ya no pertenece a dicha
organización, es por haber denunciado la extrema vigilancia y seguimiento al
cual se encuentran sometidos los ciudadanos no solo del país norteamericano,
sino de otros lugares del mundo representantes de una amenaza para esa nación.
En consecuencia, se ha convertido en el hombre sobre el
cual se reclama sea extraditado lo antes posible a su país de origen para
someterse al castigo correspondiente por haber cometido el delito de asunto criminal, según se ha calificado
por la justicia norteamericana.
Pues bien, como es lógico y al igual que el director del
portal Wikileaks, Snowden ha solicitado asilo a la comunidad internacional, entre esos a algunos países
amigos y enemigos de EEUU, en aras de salvaguardar su vida y la de su novia, y
convertirse en un “ejemplo de defensa de los derechos humanos”, tal como se
entiende su proceder.
MI VISIÓN DEL HECHO. Aún
cuando una nación sea extremadamente poderosa, quiera generar y brindar
seguridad, estabilidad y calma, según lo argumentado en reiteradas ocasiones.
Estén en verbo dispuestos a hacer respetar los acuerdos en materia de derechos
humanos fuera de sus fronteras más no para sí, los hace dignos del desprecio y
el aborrecimiento de cualquiera que se precie de valorar sus libertades
fundamentales para el disfrute de la civilización.
Snowden, en mi criterio, hizo lo adecuado, cómo es
posible que bajo la premisa de “mantener todo bajo control” se quiera
considerar al Estado, de cualquier nación, como el dueño y señor de los
pobladores y habitantes de un país. Porqué violar la libertad de las personas
que pudieren no representar una amenaza para los gobiernos; y si así lo fuere,
pues para ello debería recurrirse a instancias judiciales que decidan los
procedimientos a seguir, en donde las partes estén conscientes de ello.
En el particular de USA, como una de las potencias más
importantes del mundo, tiene relevancia el querer tener dominio y conocimiento
de cualquier acción dentro y fuera de su territorio; sin embargo, y en la
actualidad, mantener esa posición totalitaria y violatoria de las luchas
humanas sostenidas a lo largo de la historia en pro de los derechos del hombre,
mella muy negativamente en la imagen de los países y su forma de estructurarse
y organizarse.
Que Snowden cometió un delito, no lo niego, así ha sido.
Reveló información confidencial, referente al quehacer de las agencias de
inteligencia del Estado. Pero como no rebelarse ante tal situación si lo
vislumbrado afecta directamente al ciudadano.
EL ROL DEL GOBIERNO
DE VENEZUELA. En este caso no podemos hablar del
procedimiento del venezolano ante esta situación, sino más bien sobre el
gobierno. La oferta de Maduro es legítima, tirada de los cabellos y con doble
intención, pero legítima; y específicamente me parece que, aún cuando podría
romper el relativo equilibrio del vínculo con USA y en Venezuela no estamos
para esos menesteres, ha sido un ofrecimiento garantizador de la vida de Edward
Snowden, en vista de no conocer cuál sería el castigo aunque se presume la pena
de muerte.
Que alguien hoy en Venezuela se levante y diga ¡ese no es
nuestro problema!, ¡el gobierno quiere protagonismo y montar un show!, ¡A
Maduro le interesa la información como a Ghadafi!... no podría negarles la
razón porque sus argumentos son válidos. Si por el contrario hay quienes
desearan verlo sometido a la justicia y a su suerte, sería preguntarnos ¿acaso
Manuel Rosales y Eduardo Lapi merecen asilo en Perú, a sabiendas de las
acusaciones por hechos de corrupción?, ¿Carlos Ortega y Pedro Carmona Estanga
no merecen el castigo por haber quebrantado el orden constitucional del país?
Yo no soy inquisidor, ni quiero parecerlo. Solamente que
las circunstancias actuales nos obligan a reflexionar sobre el mundo que
tenemos, no parecido al deseado porque para ello hace falta cambiar al hombre;
y nos resulta imprescindible actuar bajo los preceptos de la racionalidad y la
humanidad. Desestimar el caso de Snowden sería legitimar la persecución del
gobierno psuvista contra periodistas, empresarios y políticos éticos de nuestra
Venezuela. Seamos ejemplo al mundo.
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