lunes, 2 de septiembre de 2013

De la grata visita a la Feria Internacional de Artesanía en Tintorero


Del viernes 16 de agosto al domingo 25, el estado Lara (como cada año) lanzó la casa por la ventana con su XXII Feria Internacional de Artesanía en Tintorero, espacio en el cual decenas de expositores culturales no solo de Venezuela sino del resto de Latinoamérica se dan cita para exponer sus maravillosos acabados que reflejan parte de la idiosincrasia de su localidad.

Aún cuando los precios estaban un tanto elevados – propio de estos tiempos de austeridad – había oportunidad para llevar siquiera un llavero o cualquier adorno para el hogar, sin embargo lo más determinante es tener la posibilidad de enriquecernos intelectual y espiritualmente con cada uno de esos artistas populares que convierten su don en un oficio sustentable, y poder darnos cuenta como en el centroccidente venezolano se desarrollan festividades diversas donde se conservan las tradiciones, mostrándose además dispuestos a recibir y respetar las nuevas manifestaciones.


No siendo del estado Lara, siento profundo respeto y admiración por su gente. Y como no hacerlo, si evidencio como en dicha localidad existe un verdadero y auténtico valor por lo suyo, si en cada rincón de su geografía notamos una calidad humana distinta a lo palpado en el resto del país. Al larense no le hace falta disfrazarse de regionalista, como acostumbran muchos del Occidente y Los Andes, para escuchar un Golpe Tocuyano antes o después de cualquier balada pop, sonidos urbanos o música anglosajona; no hay un dialecto exagerado que raye en lo vulgar, ni mucho menos esa aberrante idea de que “aquí estamos los mejores, larense tonto no nace” y quien sabe cuántas otras pajuatadas. Tales características los hacen más humildes en contraste con otras culturas.

Volviendo a la feria, lo criticable de su cierre para esta ocasión, fue la ausencia de música en vivo que había sido una constante en otros años. Para este, el número musical se presentó a eso de las 6:00 pm. privando a los asistentes de las tandas matutina y vespertina de disfrutarlos. Probablemente el presupuesto anduvo chucuto, claro con tantas elecciones y compradera de consciencias suena una razón válida.


Cabe destacar que esas espeluznantes montañas de basura propias de los saraos caraqueños y zulianos brillaron por su ausencia. ¿Que hubo desechos en el suelo? Claro que sí, solo en menos cantidad, a Dios gracias habían suficientes recipientes que evitaban la situación. No obstante, en Venezuela somos escasos de cultura ecológica y tal comportamiento resulta digno de estudio por parte de los sociólogos, psicólogos y educadores conjuntamente con el Estado y todas las instancias del poder para planificar y desarrollar estrategias que solucionen el conflicto.

Fueron varias las razones motivadoras para que el tópico de la semana fuera precisamente sobre las ferias, y es que muchos gobiernos locales han ido acabando poco a poco con la esencia de las mismas. Ya no hay valores enriquecedores de la cultura, sino un aminoramiento de la misma. Lógicamente, yo sé que la cultura evoluciona, es dinámica no estática, y su transformador principal es el hombre. Precisamente en la sociedad coexisten hombres con distintas preferencias, conformando subgrupos humanos haciendo propicio segmentarlos con la finalidad de brindarles satisfacciones a la mayor parte de la población posible. Con celebraciones temáticas como las de Tintorero hay limitaciones para abordarlas desde una óptica pluralista, pero en las de Barquisimeto (por ejemplo) ha resultado un éxito total hacer festejos para los amantes del pop, rock, joropo, sonidos autóctonos del estado, amantes de la artesanía, la ganadería y otros. Surge la inquietud ¿Cómo es que en ciudades con mayor cantidad de ingresos por concepto de impuestos, sus celebraciones tradicionales se volvieron saraos mediocres, burdos y sin chiste?, ¿Dónde quedaron la historia y esencia de la Feria de San Sebastián o La Chinita?, ¿Por qué no hay un culto religioso, sino más bien el derrape de los lugareños y visitantes al son del vallenato, en el mejor de los casos, en compañía de vastas cantidades de alcohol?


No es solo sentarnos y señalar al vecino, al jerarca o gobernante por los problemas que tenemos o las metamorfosis de nuestras ciudades, hay que razonar de forma crítica y reflexiva para considerar por qué realmente estamos como un día dijo el gran José María Baralt ante la RAE en el siglo XIX “sin identidad, sin cultura, sin historia”. Ya la culpa no es de España, la responsabilidad recae en nuestras manos, siendo menester no solo descubrir causas y razones, sino darle vigencia a lo propio y conservarlo junto a la globalización. Lara, el gran ejemplo de ello.
 

Gabriel Rodríguez
@gabo_rodr

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