lunes, 28 de octubre de 2013

En Venezuela, a los hombres también nos viene la menstruación

Imagen cortesía de Rafael Sifontes
Quiero dejar claro que esto no forma parte de un #NoTabú, la verdad hablar de temas socialmente censurados aún es una de mis carencias. Pues bien, en el país tanto hombres como mujeres debemos sentirnos nostálgicos, deprimidos y sensibles ante el sinfín de calamidades que sobrevivimos a diario.
Imagine usted cómo se sentiría si ha reservado su espacio con cinco (5) días de antelación para asistir a una conferencia, y a la hora de la verdad quedaste sin asiento y sin un certificado que avale tu asistencia; eso sin mencionar los empujones, malas caras y excusas burdas de sus ‘organizadores’.

Además de ello, si el mismo día y en horas de la noche cae un torrencial aguacero y en la universidad donde cursas estudios superiores la línea de taxis decide dejar de trabajar ante tal situación, ocasionando caos e inestabilidad entre la comunidad, definitivamente piensas que ¡hoy no es tu día! y te da una terrible sensación de asco frente a lo que se está convirtiendo tu sociedad.
Cómo es posible que un taxista se niegue a trasladar hasta unas escasas seis cuadras del punto de partida, a un conjunto de personas que necesitan llegar a sus hogares. Peor aún: que los teléfonos de las centrales se descuelguen para no atender a nadie. ¿Por qué en Maracaibo el mundo debe detenerse por cuatro o más gotas de agua?, ¿qué representa estudiar en una de las mejores diez universidades del país, si no cuentas ni siquiera con los servicios privados que se ofertan en la misma?

La sinvergüencería y el caradurismo los llevamos en los tuétanos. No interesa a qué nivel o estrato socioeconómico pertenezcas, al final serás víctima de una menstruación que no te hace expulsar los desechos orgánicos, sino la decencia, paciencia y humildad. ¿Quién puede tener el deseo o la esperanza de disfrutar de una REAL CALIDAD DE VIDA, ante tan oscuro panorama?

Esta anécdota no viene a convertirse en la frustración estúpida del iluso que escribe esta publicación. Por el contrario, sencillamente intento ilustrar que no importa si te esfuerzas por estudiar a miles de kilómetros de distancia en una universidad de prestigio donde hasta los sanitarios “brillan por su ausencia”, o apoyar la intención de un grupo de estudiantes al organizar un evento por primera vez y se planifica sin analizar el potencial a exhibir, tratas de ser amable y a la hora de la verdad eso no te sirve porque terminaras sufriendo tanta miseria social y moral.

Para los taxistas de la segunda ciudad más importante del país, les entiendo el problema vial y de ingeniería que presenta Maracaibo, pero no se justifica que quieran convertirlo en excusa si a final de cuentas están dispuestos a hacer traslados a zonas realmente lejanas porque dejan ‘mejores ganancias’.

El ciudadano venezolano quiere estar en una zona de confort extraña. Es decir, deseamos dinero, prestigio, tranquilidad y comodidad; pero somos tan incapaces de laborar y cumplir con nuestras obligaciones de una forma óptima. Por ello siempre insistiré: EL GRAN PROBLEMA DE LA NACIÓN DE SIMÓN BOLÍVAR, SON SUS POBLADORES. La creatividad sirve solo para delinquir y nunca en pro del bien. Aquí no hay capitalismo, socialismo, comunismo o liberalismo, el país se cae a pedazos porque los casi treinta millones de personas que lo conforman somos un colectivo nefasto, inepto, pedante y macro encefálicamente incapaces de procurar hacer el bien. Muy tarde comprenderemos e intentaremos corregir esta mediocridad que llevamos por destino, por lo pronto, continuemos con esta menstruación a litros por segundo, tanto para hombres y mujeres.

Gabriel Rodríguez

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