sábado, 30 de noviembre de 2013

Una mirada a: “¿Para qué sirve la televisión?”


Hace varias semanas falleció uno de los hombres más importantes del periodismo y la historia venezolana, y no es otro que el señor Oscar Yanes. Un prolífico comunicador, historiador, filósofo y crítico no solo del gobierno actual sino también de sus antecesores. Intelectual a carta cabal, que no tuvo miedo alguno al hacer mordaces comentarios sobre los problemas del país y al cual no le faltó lucidez para ilustrarnos cómo fue la Venezuela de principios del siglo XX y tiempos anteriores a este, al igual que su cultura y los hombres de aquellos tiempos.


Este blogspot, guardaba una deuda con sus lectores al no ofrecer un conjunto de líneas donde rindiéramos tributo al dueño de la proposición “así son las cosas”. En nuestra memoria quedará por siempre la imagen de aquel hombre calvo, evocador de épocas de antaño, de bigote canoso y abultado que no titubeó nunca para dar a conocer su pensamiento, ni mucho menos le faltó bagaje para intentar culturizar a esta tierra de “vivos y pendejos”.

Aquel día cuando aquella luz se apagó, otro periodista relevante de la historia contemporánea: Luis Carlos Diaz, compartió con sus seguidores un ensayo de Yanes titulado ¿Para qué sirve la televisión?, y al momento de leerlo me hizo recordar unas clases de una cátedra llamada Teoría de la Comunicación, donde se referían a la industria cultural, los Apocalípticos e Integrados. Distintas posiciones ideológicas desarrolladas por escuelas de pensamiento a lo largo del mundo en época cercana a la Segunda Guerra Mundial.

Pues bien, en el análisis de Yanes se determinaron las características o “mandamientos”, como los categorizó, de la televisión comercial, la culta y una tercera tesis (siendo adepto de esta) que consistía en una adición de los otros dos grupos, destacando que el medio televisivo era uno solo y no podía hacerse una agrupación o división en distintos géneros porque al final lo interesante era desarrollar y mostrar contenido agradable a las audiencias.

Se consagran los propósitos de informar, educar, divertir y “llevar al hogar una visión honesta del mundo que rodea al hombre”. Sugiere además, que lo importante más allá del mensaje en sí es 'cómo lo presentas', siendo una de las piezas fundamentales para conquistar al público.

En fin, son tan solo dos páginas donde el autor cita a McLuhan y los esfuerzos durante el primer gobierno de Rafael Caldera por desarrollar una televisión de Estado y no de gobierno. Es necesario darle una revisión a este trabajo para comprender de forma sencilla y clara su conceptualización sobre la democratización de la televisión, muy aislada de las pretensiones de los psuvistas desde hace nueve (9) años.

Hoy cobra valor el conocer realmente qué rol ocupa la televisión venezolana en nuestras vidas, aunado al clima de cambios y evolución atravesados mundialmente con la aparición de los social media.

Yanes tendrá que ser recordado por décadas no solo en la consciencia colectiva, también principalmente entre los estudiantes de periodismo de las generaciones futuras para que lo tomen como referencia histórica de la evolución de la comunicación en Venezuela. Un maestro, un grande, por siempre: Oscar Yanes, otro gran venezolano.


Gabriel Rodríguez

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