lunes, 17 de marzo de 2014

Al venezolano, sin distinción, le gustan las guerras, las controversias y la anarquía


“¿Por qué seres que sufren hambre mientras en otras partes del mundo se echan a perder los alimentos por superabundancia?, ¿Por qué los hombres son tan locos? No creeré nunca que los responsables de la guerra son únicamente los poderosos, los gobernantes y los capitalistas. No, el hombre de la calle está también contento con la guerra. Si no fuera así, los pueblos se hubieran sublevado hace mucho tiempo. Los hombres nacen con el instinto de destrucción, de masacrar, de asesinar y devorar. La guerra persistirá mientras la humanidad no sufra una enorme metamorfosis. Las reconstrucciones, las tierras cultivadas volverán a ser destruidas. Y la humanidad tendrá que volver a empezar de nuevo” Ana Frank (apartado correspondiente al miércoles 3 de mayo de 1944).

Hace varia semanas leí el maravilloso Diario de Ana Frank, y el párrafo anterior me llamó poderosamente la atención porque está íntimamente vinculado a la realidad actual de Venezuela. Un país con más de treinta millones de personas, intertropical, con riquezas naturales y mineras envidiables para cualquier otra nación; y sin embargo, tenemos una masa dividida en varias posturas, con radicalismos a la orden del día y dispuestos no  a negociar, sino a asesinar, masacrar, imponer y ultrajar los derechos del otro.


Cuando titulo que al venezolano sin distingo le gusta la guerra, controversias y anarquía, es porque la coyuntura ilustra y ejemplifica las bajas pasiones de mis conciudadanos. Tanto oficialistas y opositores del ala más radical de ambas posiciones, se llevan a quienes quieran por delante. Ya no importa cuántos muertos se han cargado en más de un mes de manifestaciones, cuanta destrucción material y natural han causado, la negación del derecho a la educación impuesta a universitarios que si bien pudieran considerar la protesta como el camino para ser escuchados, no apoyan la forma y el color que le han dado a las mismas en las últimas semanas. En fin, hay una masa deseosa de causar un declive aún mayor del existente en el país y conducirnos a una guerra ilógica que se escapa de los principales reclamos cívicos que clamamos la mayoría de los criollos.



Desde hace varias publicaciones vengo insistiendo en la presión social, pero no en una guerra civil; porque la solución no es que Maduro se vaya y venga Cabello, o que la Machado o López se conviertan en los jefes del Estado; NO, la solución consiste en aceptar la legitimidad de las protestas, ceder, negociar, reconocer, respetar y tolerar al otro. Porque en Venezuela seguirnos viendo, tratando y calificarnos de forma mayoritaria o minoritaria no puede seguir siendo el camino.

Causa temor la actuación de sindicalistas universitarios que arrastran a sus agremiados en unas decisiones partidistas, disfrazadas de ‘garantía de seguridad’. O la de manifestantes que se creen ‘defensores del país’ cuando realmente protagonizan hechos vandálicos, anarquistas y violentos, bajo el efecto de sustancias sicotrópicas y con el fin de acelerar la adrenalina. También nos hace temerosos, el empecinamiento de quienes nos gobiernan por actuar defendiendo a parcialidades, instigando el odio y la delincuencia, alejándose de ser un gobierno de todos y para todos. Con todo ello, peor ha resultado que ambas posiciones cuentan con sus seguidores y militantes, que no protagonizan, pero sí apoyan tales posturas.



“Lo que me asombra es no haber abandonado por completo mis sueños, que parecen absurdos e irrealizables. Y sin embargo, me aferro a ellos a pesar de todo y sigo creyendo en la innata bondad del hombre. Me es completamente imposible construir sobre una base de muerte, de miseria y de confusión. Veo al mundo transformado cada vez más en un desierto y sigo cada vez más fuerte el estruendo que se acerca anunciando probablemente nuestra muerte. Me sumo al dolor de millones de personas y, no obstante, al contemplar el cielo pienso que todo esto cambiará y volverá a reinar la bondad, que hasta estos crueles días acabarán y de nuevo el mundo se encaminará por los senderos del orden, el sosiego y la paz. Mientras esperamos, se trata de preservar nuestros pensamientos y velar por ellos para el caso que, en el futuro, tengan todavía alguna vigencia” Ana Frank (apartado correspondiente al sábado 15 de julio de 1944).


Espero no pecar de iluso. Tal vez habrá quienes me consideren un aislado, la verdad no me importa. Lo único que deseo para mi país es la llegada del día en  que el actual presidente de la República reconozca la legitimidad de las protestas, resuelva las peticiones de la oposición, que los anarquistas liberen su ser y las calles del egoísmo, la violencia y el caos, la enajenación de los derechos de los demás, que los caídos en este primer mes de manifestaciones puedan contar con la justicia del hombre, que se den las reformas suficientes para progresar y movilizarnos socialmente, que exista equilibrio y transparencia. En síntesis, que cada individuo modifique sus percepciones y falsas creencias, y tenga la convicción de la venida de cambios cuando él haya decidido su metamorfosis. Ese es el verdadero orden social, la felicidad ‘suprema’, el real Estado social de derecho y justicia, la mejor Venezuela y el camino que diariamente debemos transitar.  

Gabriel Rodríguez
@gabo_rodr
 


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