lunes, 10 de marzo de 2014

Un país debatido entre dos anhelos


Ucrania ha llamado la atención de la comunidad internacional con motivo de las protestas que han protagonizado parte de sus habitantes, especialmente los asentados en Kiev, su capital. Y es que para el segundo país más grande de Europa y con una de las economías de mayor estabilidad del viejo continente, seguir bajo la influencia rusa no parece agradarle a una porción importante de sus ciudadanos y prefieren formar parte de la Unión Europea. No obstante, el resto de la población sí congenia con tal alianza económica.

Geografía: Ucrania se ubica al este de Europa y colinda con Bielorrusia al norte, El Mar Negro y El Mar de Azov al sur, Eslovaquia y Hungría al oeste, Rumania y Moldavia al sureste y al este con Rusia.

Se divide en 24 provincias, una república autónoma o estado, el cual es Crimea y dos municipios o ciudades: Kiev y Sebastopol. El primero ha sido el epicentro de las manifestaciones y el lugar más poblado del país; el segundo lo arrienda Rusia. Actualmente su población se estima en 44.854.065.

Sistema político: La organización es el de La República y su sistema, la democracia. Hay división del Poder Público en tres poderes: el ejecutivo, legislativo (llamado La Rada Suprema) y el judicial.

Antecedentes: El expresidente, Víctor Yanukovich, desde hacía varios años mostraba intenciones de sostener una alianza directa y estrecha con la Unión Europea, y al mismo tiempo pretendía hacer lo propio con Rusia cuyo proyecto económico intenta conformar un bloque que compita con el conglomerado de países europeos.

La Unión Europea le exigió una serie de reformas al ordenamiento jurídico de su país que fueron aceptados y realizados. Pero finalmente cuando se firmaría el acuerdo, el mismo fue pospuesto; en parte por la razón de las debilidades del sistema democrático ucraniano.

La no concreción del acuerdo generó malestar en la población de Kiev y se empezaron a registrar las primeras protestas el 21 de noviembre, que se mantuvieron hasta hace pocos días y dejaron un saldo de más de cien muertos, miles de heridos, el derrocamiento del Jefe de Estado, Víctor Yanukovich, y la pretensión de los habitantes de Crimea de separarse de Ucrania y formar parte de Rusia.

Influencia rusa: Ucrania no solo ha mantenido una cercanía geográfica con el principal país comercializador de armas en el mundo; sino también cultural-política e ideológica. Durante el siglo XVIII y hasta principios del XX, este país formó parte del Imperio Ruso. Al dividirse se denominó República Socialista Soviética siendo factor fundamental en esta unión de la izquierda europea, manteniéndose hasta 1991 y cuyo resultado fue establecerse como la nación con el segundo ejército más grande de Europa. Parte de sus pobladores son descendientes de rusos.

Un crecimiento paulatino de su PIB, la apertura en su economía que dejó de ser estatista y pasó al libre mercado moderado la convierten no solo en un socio estratégico envidiable, sino en una región que se debate entre dos ideas. Una, la de seguir junto a Rusia y la otra, aliarse con la Unión Europea.


Mi visión: El tema Ucrania ha sido visto muy superficialmente en Venezuela tanto por oficialistas y opositores. El fin o la reciente tregua en las protestas, así como la ocupación rusa a la ciudad de Crimea me han llamado poderosamente la atención, en vista del grave riesgo que podría correrse de una posible guerra donde se mueven intereses externos de muchos agentes.

Los Estados, con quienes mejores relaciones deben tener son con sus vecinos. En Ucrania, como ilustré antes, hay una enorme afiliación con Rusia, por lo cual las acciones de sus gobernantes los afectan. Ello no puede convertirse en un impedimento para que una nación no escoja el camino que le parezca idóneo, sea en los aspectos políticos, sociales, económicos o religiosos.

Los presidentes de muchos países comúnmente olvidan que gobiernan para toda una población, y parecieran incapacitados para canalizar los reclamos, anhelos y ambiciones de sus conciudadanos. De acuerdo a estudios sostenidos, ciertamente más del 37% de la población del país europeo en conflicto apoya la asociación con la UE; en contraposición más del 38% la prefiere con Rusia. Tales datos no podrían simplificarse y verse explícitamente como una minoría con la intención de imponérsele a una contundente mayoría del 1%. ¡NO, Y MIL VECES NO!

El grave error en el que se cae, sobre todo aquí en Venezuela, es no entender que cuando se toman decisiones trascendentales que causan molestias en una masa importante se acarrean enormes riesgos. En Ucrania un porcentaje de la población clama por unirse a Rusia y el otro con la UE. No tiene que dejarse al azar o de acuerdo a intereses particulares.

Sencillamente y a su vez riesgosamente, tiene que buscarse la conciliación entre las partes. El expresidente, Yanukovich, trataba de hacerlo, pero en el camino cometió muchos errores que debilitaban su actuación.

Sin lugar a dudas, el Estado estaba en la obligación de mostrarse fortalecido y unido, procurando el bienestar de su país y no cediendo a los intereses políticos externos. Ucrania mantiene enormes ventajas sobre los socios de la UE, pero también sería un jugoso aliado en la conformación del bloque económico de Putín.

El camino de ese país debió haber sido iniciar el fortalecimiento de su estructura sociopolítica, muy parecida a la de los países latinoamericanos lamentablemente, y fomentar pensamientos comunes donde todos estuvieran de acuerdo.

Hoy, en Ucrania, existe un estancamiento a causa de dos visiones incompatibles, la posible pérdida de parte de su territorio por decisión de los propios pobladores, el agigantamiento de la lucha al convertirse no en un enfrentamiento bélico entre dos naciones, sino en una guerra civil.

Quisiera dejar claro que si bien existe una influencia comunista importante, la mayoría de los políticos inmersos en este problema son de corrientes centrales. Es decir, no pueden haber asociaciones con la derecha o izquierda radical.

Los políticos del centro deberían actuar con equilibrio y procurar las coincidencias; desgraciadamente los líderes Vitali Klitschko, Arseniy Yatsenyuk, Yulia Tymoshenko y Víctor Yanukóvich no lo comprenden.

PD: los manifestantes directos e indirectos (tuiteros y feisbuqueros) en Venezuela deben ver a Ucrania no como el ejemplo a seguir, sino de forma crítica, y dejar de pretender ser un Euromaidán, cuando se halla tan lejos de serlo. Aquí las circunstancias son muy distintas, y las proporciones de los manifestantes ínfimas en contraste con las de Ucrania. No solo requerimos “calma y cordura”, también frialdad y reflexión.


Gabriel Rodríguez
@gabo_rodr
 

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