lunes, 19 de mayo de 2014

¿Para quién escribo?



He reflexionado en los últimos días sobre mi labor en este medio de comunicación, si lo hago bien o mal, o sencillamente termino siendo un mar de contradicciones. Por allí hay algunos deseosos y anhelantes de leer lo siguiente: Leopoldo López y María Corina Machado son las figuras más prominentes en la historia de la humanidad, luchadores desinteresados, individuos amorosos que desde siempre han procurado el bien común, y tristemente por estos vientos terminarán siendo mártires.

Los manifestantes,  sin excepción, caminan iluminados por el conocimiento (tal cual en siglos pasados lo hicieron los intelectuales de La Iluminación), no podemos criticarles porque honrosamente el conjunto de los mencionados hacen lo que nadie se atreve. La MUD debe morir, al gobierno hay que incinerarlo, y a sus simpatizantes volverlos polvo cósmico. ¡Así, solo así, seremos tan felices!

¡Oh por todos los cielos!, temo decepcionarlos pero mi personalidad, concepciones y principios me impiden actuar, decir y escribir las consideraciones antes realizadas. ¿Por qué? Iniciado el año he hecho pública mi opinión sobre las razones motivadoras de las actuaciones de López y Machado, desde que escribo para este medio he criticado a Capriles, a algunos partidos de la coalición opositora, a la propia MUD y a la sociedad venezolana con la única y sencilla razón de visibilizar que atender una crítica, reflexionarla y meditarla permitirá una verdadera transformación. Los hombres nos equivocamos y si pretendemos poseer los dones del Espíritu Santo en cada actuación, entonces el mesianismo no caracteriza al gobierno, sino al resto de la población.

Está bien, la presión social resulta determinante, fundamental y la razón por la que las manifestaciones se han convertido en un círculo vicioso, trágico eso sí, de represión + heridos + muertes se debe a unos jerarcas negados a reconocer los legítimos reclamos ¿creo haberlo aclarado antes?

La historia del país no existe porque la inventó Da Vinci, AD, URD, Copei, el PSUV, o el catolicismo. La historia del país la han escrito los ciudadanos, en su generalidad, y si la ignoramos e insistimos en vías erradas y trasnochadas, persistiremos en la inestabilidad.

No me pida nadie que convenza y lo intente conmigo mismo, en la supremacía del derecho a la protesta sobre el educarse o trabajar, cuando el camino correcto siempre será la coexistencia de  todos los derechos.

El país espera algo de nosotros, y esa acción no será mi definición como un opositor ultra radical, y que aproveche cualquier espacio para hacerles publicidad redaccional. Se espera construir, discernir y generar resultados ¿cuesta comprender?

Escribo para quien quiera leerme, objetarme o compartir lo dicho, hablo en pos de establecer comunicación y me expreso cuando necesito exteriorizar lo que apruebo o rechazo, gústele a quien le guste.

Dejarnos contaminar ha de ilustrar nuestras debilidades humanas. Por ello soy un fiel creyente en la autocrítica de mis acciones, ideas y pensamiento, sobre todo en el de mis posturas políticas. Si desagrada nada puedo hacer más que seguir escribiendo para quien quiera leerme.


Gabriel Rodríguez

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