He
reflexionado en los últimos días sobre mi labor en este medio de comunicación,
si lo hago bien o mal, o sencillamente termino siendo un mar de
contradicciones. Por allí hay algunos deseosos y anhelantes de leer lo
siguiente: Leopoldo López y María Corina Machado son las figuras más prominentes
en la historia de la humanidad, luchadores desinteresados, individuos amorosos
que desde siempre han procurado el bien común, y tristemente por estos vientos
terminarán siendo mártires.
Los
manifestantes, sin excepción, caminan
iluminados por el conocimiento (tal cual en siglos pasados lo hicieron los
intelectuales de La Iluminación), no podemos criticarles porque honrosamente el
conjunto de los mencionados hacen lo que nadie se atreve. La MUD debe morir, al
gobierno hay que incinerarlo, y a sus simpatizantes volverlos polvo cósmico.
¡Así, solo así, seremos tan felices!
¡Oh
por todos los cielos!, temo decepcionarlos pero mi personalidad, concepciones y
principios me impiden actuar, decir y escribir las consideraciones antes
realizadas. ¿Por qué? Iniciado el año he hecho pública mi opinión sobre las
razones motivadoras de las actuaciones de López y Machado, desde que escribo
para este medio he criticado a Capriles, a algunos partidos de la coalición
opositora, a la propia MUD y a la sociedad venezolana con la única y sencilla
razón de visibilizar que atender una crítica, reflexionarla y meditarla
permitirá una verdadera transformación. Los hombres nos equivocamos y si
pretendemos poseer los dones del Espíritu Santo en cada actuación, entonces el
mesianismo no caracteriza al gobierno, sino al resto de la población.
Está
bien, la presión social resulta determinante, fundamental y la razón por la que
las manifestaciones se han convertido en un círculo vicioso, trágico eso sí, de
represión + heridos + muertes se debe a unos jerarcas negados a reconocer los
legítimos reclamos ¿creo haberlo aclarado antes?
La
historia del país no existe porque la inventó Da Vinci, AD, URD, Copei, el
PSUV, o el catolicismo. La historia del país la han escrito los ciudadanos, en
su generalidad, y si la ignoramos e insistimos en vías erradas y trasnochadas,
persistiremos en la inestabilidad.
No
me pida nadie que convenza y lo intente conmigo mismo, en la supremacía del
derecho a la protesta sobre el educarse o trabajar, cuando el camino correcto
siempre será la coexistencia de todos
los derechos.
El
país espera algo de nosotros, y esa acción no será mi definición como un
opositor ultra radical, y que aproveche cualquier espacio para hacerles
publicidad redaccional. Se espera construir, discernir y generar resultados ¿cuesta
comprender?
Escribo
para quien quiera leerme, objetarme o compartir lo dicho, hablo en pos de
establecer comunicación y me expreso cuando necesito exteriorizar lo que
apruebo o rechazo, gústele a quien le guste.
Dejarnos
contaminar ha de ilustrar nuestras debilidades humanas. Por ello soy un fiel
creyente en la autocrítica de mis acciones, ideas y pensamiento, sobre todo en
el de mis posturas políticas. Si
desagrada nada puedo hacer más que seguir escribiendo para quien quiera leerme.
Gabriel Rodríguez
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