Cuando esperamos hasta las 2:00 pm, terminamos las
obligaciones bien temprano, con impaciencia escuchábamos comentarios a tono o
sosos de los moderadores deportivos de las diferentes televisoras por las
cuales disfrutamos de uno de los eventos deportivos más importantes, cuando por
fin llegó el momento de evidenciar las “sorpresas”
preparadas para los espectadores por parte del país con la cultura más
ecléctica y variopinta de América Latina, dieron ganas de llorar. Eso fue
bochornoso, deprimente, mediocre, sin sal, sin azúcar, sin sazón, sin nada. Flojo
hasta la saciedad, sin clímax y mucho menos con dosis mínimas de innovación.
Cuando empezaron los primeros espectáculos aquello
parecía un evento de preescolar o peor aún, recordaban los números musicales
infantiles que prepara Venevisión en Venezuela para sus mensajes navideños o el
certamen nacional de belleza. Fue tan patético y deprimente, que quien hubiera
estado desanimado y quisiera emocionarse con la inauguración del Mundial de
Fútbol al percatarse de los acontecimientos seguramente se suicidaría.
El mundo padece una
de las crisis creativas más grandes.
Cómo imaginamos al país de la samba, donde se llevan a cabo los carnavales más
majestuosos, impactantes y estremecedores del planeta. Con las empresas de
entretenimiento envidiadas en cualquier lugar de los cinco continentes y con
una economía tan próspera, dándole un show al universo donde su pueblo
terminaría avergonzándose por lo visto.
La inauguración del
Mundial me hizo recordar a los eventos del sorteo y de inauguración de la Copa
América en Venezuela en el 2007, donde colocaron a
los artistas y animadores de menor proyección, los peorsitos y a las escuelas
de danza con menos integrantes del país. Así mismo ocurrió con el espectáculo
del jueves pasado.
En esta vida debe haber un equilibrio en cada una de las
acciones desempeñadas; pero hubiéramos preferido algo extravagante y exagerado
que espectáculos sin gracia.
Lo medio emocionante de la inauguración sucedió cuando
los cantantes del tema oficial llegaron al escenario; claro, tristemente ese
vestuario de Pitbull, el playback de este y sus compañeras, la inexistencia de
una coreografía perfecta los hizo parecer tontos y burdos.
Pero, nunca faltan los esperanzados, hay quienes piensan
que si la loba de Shakira (y loba porque sus aullidos son únicos) se
presentaba, tal vez hoy no estuviéramos
hablando de los desperfectos de la inauguración y yo respondo que ¡NO!
El espectáculo tuvo un enorme problema de producción, así
el Cristo Redentor descendiera de la montaña, protagoniza la inauguración,
también habría quedado deslucido y soso porque la producción del espectáculo fue patética, deficiente.
Esperemos que para el cierre hayan las debidas
correcciones y los organizadores no vuelvan a defraudar al propio Brasil y al
resto de América Latina, porque sí cuando un evento de tal magnitud y
relevancia se realiza en algún país de América el resto de los habitantes del continente
lo siente suyo, y valora positiva o negativamente lo realizado.
Señores, ¡no nos
avergüencen más!
Gabriel Rodríguez
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