lunes, 1 de septiembre de 2014

#Especial: ¡Sendos bodrios!


¡Un asco! ¡Una burla! ¡Qué pena! ¡Qué humillación tan vergonzosa! Son algunos de los sentimientos experimentados por un asiduo consumidor de telenovelas venezolanas, al exponerse a los dos últimos productos “criollos” de este avejentado género dándose cuenta de la porquería de historias en el horario estelar de Venevisión y Televen.

A Dios gracias, Virgen de la Calle culminó la semana pasada. La coproducción entre RTI y Televisa se marchó luego de 120 capítulos macheteados que avergonzaron a la joya original: Juana la Virgen. Descaradamente, la que continúa al aire es Corazón Esmeralda, un cuento atorrante y chabacano hecho con toda la intención de decirnos en la cara: “Escogimos a los peores, para hacer lo peor y que nos vieran los peores”. 


Pero hoy, iremos por partes. Trataré de resumir la "pretensión” de cada historia, profundizando en el mar de errores encontrados.

Iniciaremos con Virgen de la Calle: Un remake de la tercera telenovela venezolana más vista en el extranjero . Sí, señores, la tercera telenovela venezolana más vista en el extranjero. La cual contó con 153 capítulos, hecha en 2002 por RCTV, protagonizada por una veinteañera, aquel entonces, Daniela Alvarado y el casi treintañero Ricardo Álamo. Original de Perla Farías, la cual marca su consolidación como escritora convirtiéndose en directora de libretistas y asesora dramática de Telemundo NBC. Podemos dilucidar que la propuesta no era ninguna historia chafa en vista del éxito alcanzado.

Su segunda sucesora, recién culminada, Virgen de la Calle, se grabó en la propia RCTV, bajo la producción de RTI (Colombia) y el monstruo latinoamericano Televisa (México), protagonizada por María Gabriela de Farías (venezolana) y Juan Pablo Llano (neogranadino). Evidenciando el primer gran error: los protagonistas no pegaron ni con pega loca. Ricardo Álamo no es que sea un actorazo, pero esa estirpe de galán es innegable; por el contrario Llano es gris, seco. Típico actor que puede servir de relleno, pero jamás para encabezar un elenco. Muy por el contrario María Gabriela de Farías sí supo asumir con gallardía su rol y logró conservar la esencia maravillosa de su personaje: la superación, la metamorfosis interna y externa y la profundidad del amor jovial madurado por las circunstancias.

Y  allí vamos, Juana la Virgen era una lección hermosa rompiendo el estereotipo de los amores a primera vista, educó a la audiencia al decirle que el amor es una cuestión de evolución, de crecimiento; su protagonista no podía cumplir sus ambiciones por la inesperada llegada de un bebé a causa de una confusión en su primera citología que termina convirtiéndose en una inseminación artificial con el esperma del protagonista y todo se convertía en la punta de lanza de conflictos, problemas y truculencias típicas donde lo más importante era saber cuál sería el destino de Juana, su bebé y el amor por Mauricio Vega. ¿Dónde quedaban los sueños de su madre y abuela? ¿Sería que las Pérez estaban condenadas a vivir en el oprobio del alumbramiento de bastardos? ¿Qué ocurrió con Virgen de la Calle? Bueno, muy superficialmente abordaron estas situaciones, a sus nuevos reeditores les interesaba más convertir esta joya en una jungla de mafias, corrupción, tráfico de drogas, en pocas palabras: mezclar una brillante e inteligente telenovela rosa con una amarga narcohistoria. 

¿Estaba bien?, ¿fue fascinante?, ¿superó a la original? La respuesta es muy sencilla: NO. Reconozco las sabias palabras de Roberto Moll al asegurar la enorme carga de versionar una historia y más cuando tuvo un éxito descomunal; pero es injusto destrozar un producto tan maravilloso como Juana la Virgen a punta de un muy mal casting, una banda sonora asqueante, la deformación de un libreto y el abaratamiento de una producción.

Caridad Canelón no está para interpretar a la abuela de María Gabriela de Farías, físicamente muy fácil pudo haber sido la madre. Eileen Abad debió ser la villana de la historia, es mucho más talentosa que Rossana Zanetti, quien debería continuar haciendo comerciales de antinflamatorios vaginales, y pudo haber superado la descomunal personificación que hace 12 años nos regalara Roxana Diaz.



Todo fue falsedad, mediocridad y pacotilla. No obstante algunos brillaron: María Gabriela de Farías, Eileen Abad, Caridad Canelón, Miguel de León, Juan Carlos García, Daniel Alvarado, Christian Mcgaffney, Nacho Huett, Rolando padilla, Julie Restifo y Jerónimo Gil, entre otros.



Una pena por Rossana Zanetti, quien debería pensar no hacer jamás televisión porque es ¡pésima!, Juan  Pablo Llano, Marjorie Magri. Norkys Batista cuando hizo ese personaje era la primera vez que actuaba y no le hicieron falta tantos ademanes, sobreactuación y poses falsas; Raúl Olivo, qué riñones tiene tanta gente al traer a un modelito radicado en Miami que destrozó un personaje tan bonito construido por Juan Carlos Alarcón; y el resto del séquito de modelitos, perdón “actores juveniles”.

Rodolfo Hoyos en entrevista a El Nacional dijo que “la finalidad de Virgen de la Calle era hacerla más contemporánea que la original”. Si esto es modernidad, prefiero mil veces vivir en el siglo XXI viendo productos de mediados del XX.

El horror de los horrores: Corazón Esmeralda



Aquí si es verdad que llegamos al llegadero. Una ex miss jugando a ser actriz. Nunca ha estudiado artes escénicas, nunca se preparó debidamente, no sabe hablar en pantalla y es tan tosca. Dios mío, qué mujer tan tosca. No entiendo qué hizo para ser la prota de un producto pensado para el vespertino, pero en medio de la crisis se fue al estelar.

Corazón Esmeralda es el clásico cuento de la huérfana millonaria, adoptada por un tercero que luego de yo no sé cuantos capítulos descubre sus verdaderas raíces. Original de Vivel Nouel, bajo la producción ejecutiva de Sandra Riobó, la mismita de La Viuda Joven, protagonizada por el experimentado Luis Gerónimo Abreu e Irene Esser, y en los roles antagónicos Juliet Lima, Mimi Lazo y Jorge Reyes.



No es primera vez que una novata se convierte en protagonista. Ocurrió con Peggy Walker en los 50, Lupita Ferrer en los 60, Coraima Torres en los 90 y recientemente Mónica Spear en 2007 luego de ser villana en El Desprecio. La cuestión no es que la novata encabece el elenco, el meollo del asunto está en que en pleno siglo XXI, una productora con 50 años emitiendo diversas historias como Venevisión y con todo un asombroso aparataje cometa un error tan garrafal al colocar a la más insípida, la más amorfa frente a un proyecto que muchos esperaban.

Lo peor: Además de la protagonista, el director. José Luis Zuleta tiene años trabajando en dirección, pero es su primera vez al frente de la dirección general, y la verdad deja mucho que desear. En este producto solo se lucen Dora Mazzone, Flor Elena González, Juliet Lima, Beatriz Vásquez y Paula Woyzechowsky. El resto ha quedado relegado al fracaso, la mala imagen, una bochornosa sobreactuación y unos diálogos de circo.

¿Cuáles han sido las causas? Producción deficiente, dirección deficiente, y la escogencia de “actores” que sabemos no son histriones. Hasta cuándo Miriam Abreu, Sindy Lazo y ahora Irene Esser que de seguro hasta en la sopa la meterán. Fíjense que el guión no es un problema, al fin y al cabo Corazón Esmeralda no fue concebida para ser una Cristal o una Dama de Rosa; el problema ha sido el resto de elementos, su organización y escogencia que han impedido un verdadero brillo.

¿Qué nos queda? La verdad es trágico lo que ocurre en la TV nacional y peor aún la inexistencia de verdaderos críticos. Cuando me dispuse a buscar información sobre los comentarios referidos a estas telenovelas, me quedé perplejo, solo encontré el resentimiento de Alberto Cimino que alababa Corazón Esmeralda y despreciaba a Virgen de la Calle porque en esta última los talentos manejados por él no entraron a la producción por haber hecho un casting cerrado. Ajá ¿y el discernimiento, la anteposición de la ética profesional? Acaso en 50 años contando historias maravillosas en tv no queda nadie que pueda coser y descoser estas terribles piezas audiovisuales.

Dichosos los que podemos acceder a los contenidos en TV por suscripción, eso sí es el verdadero paraíso. No el bochorno de bodrios que Televen y Venevisión obligan ver a sus televidentes de los sectores más deprimidos.

A todas luces ¿cuál es el futuro de la telenovela venezolana? Con este languidecimiento morirá en no menos de 5 años. Poca inversión, carencia de ingenio, talento humano mediocre, en fin. Una telenovela puede ser económica de producirse, (caso Betty La Fea); pero hay herramientas como el guión, la dirección, la producción ejecutiva y los actores que pudieran convertirla en un tesoro. Las teleseries venezolanas hoy son productos sin identidad. Nadie se siente orgulloso de lo que ve. Bastaba con notar las promociones de Avenida Brasil por Televen y luego los avances de Virgen de la Calle igualmente, los promos de Lo que la Vida me Robó y luego los avances de Corazón Esmeralda y las diferencias dan grima.

La telenovela puede ser clásica, contemporánea, rosa, de ruptura, de lo que sea. Lo importante es la calidad, es su esencia, es su propósito. Si harás algo por llenar un vacío entonces ocurrirá lo visto hoy: bodrios amargos que terminan de hundir a los venezolanos en el extranjero ante la oferta de artículos de entretenimiento pobres.



Gabriel Rodríguez

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