lunes, 1 de septiembre de 2014

¿Qué opina el pueblo?


Para responder esta pregunta no apliqué ningún instrumento, y mucho menos levanté un campo muestral cuyo estudio tuviere menos del 2% de error para incrementar la veracidad y credibilidad de mis palabras. Absolutamente me basaré en las opiniones escuchadas en los últimos días, por personas de variados estratos sociales y simpatías políticas.

Primeramente la mansedumbre se esparce entre el conjunto de los venezolanos. Hace semanas se nos dijo que para adquirir un bien escaso, acaparado o revendido, deberíamos registrarnos a través del sistema biométrico para controlar la cantidad de artículos y evitar el contrabando. Tan solo algunas voces aisladas en un reducido grupo de ciudades han salido a la calle a manifestar su descontento contra la medida, lógicamente ilustrando a la perfección la falta de planificación estratégica e ignorando la “cooperación”, muy sospechosa, de quienes dicen ser trabajadores dignos en la frontera con Colombia. Pero en estos últimos hechos no nos detendremos. Hoy echaremos un vistazo a las opiniones.

La verdad, me sentí indignado al escuchar a varios que nadie puede negarse a la aplicación del sistema biométrico porque “eso es beneficioso, así no podrán seguir delinquiendo, y se evidencian en los anaqueles la presencia de los productos… Venezuela es un país próspero, sólo que hay muy malas personas haciendo daño”, hasta versículos de la biblia han salido a relucir en pos de justificar la actuación de mafias y las medidas del gobierno. Pues bien, perfecto, ¡apoyen el sistema biométrico todo lo que les plazca! De la misma manera como han alabado los controles cambiarios, la nacionalización de industrias hoy improductivas, la estatización de los precios de los productos, etc, etc, etc.  Sigamos navegando en el mar de la incongruencia y la imbecilidad. 

Nuevamente el gobierno salió triunfante

Dios mío, a veces quisiera saber qué tipo de estiércol circula por el cerebro de los venezolanos. ¿A quién se le ocurre en pleno siglo XXI, observando ejemplos de economías pujantes, tener esas falsa ilusión de que restringir el acceso a bienes a través de la huella, es la salida al problema? No, mañana nos pedirán una prueba de ADN y seguramente iremos corriendo a darla porque “de esa forma se resolverá el problema”.

Probablemente el sistema arroje resultados a corto plazo, pero quién está en capacidad de asegurar que las cabecillas de las mafias no le pagarán a familias enteras para que adquieran bienes y luego puedan revenderlos. Finalmente el cambio de Pesos a Bolívares permite llevar a muchos, vida de reyes ¿o no?

Por qué persistimos en la estúpida manía de disfrutar las soluciones a partir de las formas y no desde el fondo. Las verdaderas medidas acarrearían terribles consecuencias a corto o mediano plazo, no obstante a la larga acabarían con el mal. 

Los precios de los bienes no se negocian, hay que decretar la liberación cambiaria, asesinar de una vez y por todas el proteccionismo del Estado a los monopolios, duopolios u oligopolios. La economía debe marchar a la concurrencia de la participación colectiva y no al control de un sector mínimo. 

Allí está lo ocurrido en Colombia: Cuando la empresa privada siente afectados sus intereses presiona, y al controlar esta por sí sola, velando porque se cumplan las normas regidoras de la comercialización de sus productos y servicios se logran mayores resultados que los evidenciados por un gobierno con la falsa identidad del “todopoderoso”.

No hay dólares porque la fuente de ingreso de divisas la proporciona una sola industria, menguante por demás, y si además niegas la posibilidad de que las materias primas puedan ser una jugosa forma de llenar los huecos económicos actuales, entonces terminas de hundirnos. Si los minerales no pueden exportarse es porque el propio gobierno quebró las industrias básicas de Guayana con su nefasto santiamén a los sindicatos oficialistas y a los personeros políticos liderentes. El mercado interno no lo pueden satisfacer porque han manejado de una manera atorrante, bodeguera, conuquera y carente de cualquier ápice de conducción idónea a dichas organizaciones.

Algunos venezolanos sostienen que los empresarios no producen “porque no les da la gana”, por favor, quien carajo va a invertir 100 Bs si no existe ningún indicador legal, económico o político demostrador de respeto por la transacción realizada. Por otra parte, si no hay alimentos en el país pregúntense cuáles son los niveles de producción actuales y sus razones, andar conjeturando el déficit a causa de una supuesta venta de los artículos al extranjero cuando el SADA desde hace años, varios años, lo impide.

De igual manera la bendita queja con el ajuste del precio de la gasolina, sabiendo que continuar ignorando las modificaciones tendremos obligatoriamente que bajarnos los pantalones ante el primer postor.

De manera que este país está compuesto de imbéciles, o peor aún de ¡mediocres! Se puede ser ignorante, pero abusar de las otras calificaciones sin consideraciones ya es suficiente. Sigamos haciendo un festín por las medidas, pero tres meses luego al seguirse registrando las mismas fallas, no digan como Eduardo Galeano “en Cuba hay escasez porque ahora el país es de todos y cada uno de ellos consume más” (1968). No me extraña que sus palabras se repitan sin cesar. 


Gabriel Rodríguez

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