Hace varios días uno de los dirigentes más influyentes del oficialismo, señaló varios aspectos referentes al actual conflicto político venezolano en el cual todos los ciudadanos nos estamos viendo perjudicados. Tanto disidentes, como simpatizantes y despreocupados al actual gobierno, nos hallamos a merced de la improvisación y la diatriba azotadora entre los dos grupos políticos más importantes del país.
Entre
los aspectos más relevantes señalados en una entrevista sostenida con José
Vicente Rángel, indicó que respeta a los más de siete millones de venezolanos
pero como cosa contradictoria muy enfáticamente dijo que no reconocería a los
diputados opositores de la AN hasta tanto no respeten y reconozcan al actual
presidente como tal. Pues bien ¿quién es este señor para cometer tales actos?
La respuesta es sencilla, nadie.
Aún
no comprende este ser, cuyo cerebro lo usa para delinquir y lo exime de
razonamiento alguno, que un diputado sea cual fuere la instancia legislativa
(municipal, regional, nacional e internacional) tiene el derecho de hablar y
expresar su inconformidad con algún hecho público. No solo se les ha negado a
los parlamentarios de la AN, sino también a legisladores de Aragua y Carabobo.
Con esta actuación demuestran el irrespeto al electorado que eligió a esas
personas como sus representantes, es decir simpatizantes de la oposición en
Venezuela, y además la gestación de una crisis política nacional.
En
vista del panorama ¿no parecen contradictorias las palabras del inquisidor
parlamentario? Cómo se puede respetar y reconocer a los electores opositores si
desde el 2008 han truncado el desarrollo pleno de los derechos de sus
representantes.
Una
vez más estos dirigentes reflejan su doble moral, intentan desconocer al
contrincante y buscan sumir en una profunda ignorancia y miseria ideológica a
sus simpatizantes. Como demostración la actuación del ministro de vivienda y
los sindicalistas “socialistas” de Guayana.
En
el país hay una enorme crisis política, así no la quieran ver. Es más este
señor dice que ello no existe en el país. De seguir como vamos, entre amenazas,
blasfemias, abusos y ofensas se vislumbra un caos cuyas consecuencias se
dilucidarán en el momento en el cual ocurran.
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